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APRENDIENDO A GESTIONAR EL COMPORTAMIENTO DE NUESTROS HIJOS

La educación de los hijos representa un reto para padres y educadores, más aún considerando que no se nos ofrece formación básica para afrontar dicha labor. A esto, se suman los cambios trepidantes que está viviendo la sociedad actual: más demandante a nivel académico y laboral, supeditados al uso de las nuevas tecnologías, nuevas formas de comunicación, estrés, cambios en la estructura familiar tradicional, etc.

Sin duda, buscamos lo mejor para nuestros hijos y para ello ponemos en práctica el modelo educativo que conocemos, hemos heredado, o que intuitivamente creemos más adecuado, a fin de conseguir que estos se desarrollen de la forma más saludable.

Como padres, sabemos que educar no es una tarea sencilla. El cansancio, el estrés asociado a situaciones nuevas relacionadas con la crianza (rabietas, gestión de emociones, desobediencia, etc.), la dificultad de conciliación laboral y familiar, sumado todo ello a la falta de información adecuada, provocan en su conjunto dificultades para lograr el bienestar de todos los miembros.

Dichas dificultades requieren de los progenitores el desarrollo de competencias educativas. En este artículo queremos incidir en la diferencia entre “sobrevivir” a la paternidad y aprovechar los momentos que nos ofrecen las situaciones cotidianas para “progresar”, tanto hijos, como padres. La diferencia entre estos dos conceptos implica entender que esos momentos en los que estamos “sobreviviendo” pueden ser usados para “progresar” en familia. O sea, transformar las dificultades en oportunidades. Pero ¿cómo podemos hacer esto?

LOS CEREBROS DEL NIÑO

El cerebro se podría dividir horizontalmente en dos hemisferios: el derecho y el izquierdo, y verticalmente: la parte superior e inferior.

El hemisferio izquierdo tiene que ver con el pensamiento lógico-matemático, el análisis, la asociación de ideas, el lenguaje, la escritura, etc. Mientras que el hemisferio derecho nos ayuda a experimentar las emociones e interpretar las señales no verbales, se relaciona con la imaginación, la creatividad, el arte, la intuición, la fantasía, etc.

Asimismo, la parte inferior, nos permite actuar instintivamente y tomar decisiones relacionadas con la supervivencia en milésimas de segundo, y las emociones. La parte superior se encarga del pensamiento, razonamiento, planificación, análisis, comunicación verbal, etc., y nos permite aprender y recordar todo lo que experimentamos en el mundo exterior y luego modificar las acciones si fuera necesario.

APROVECHA EL CONOCIMIENTO DEL CEREBRO

¿De qué nos sirve conocer las partes que componen nuestro cerebro y su funcionamiento a la hora de educar a nuestros hijos? Es esencial para comprender por qué nos comportamos cómo lo hacemos, a fin de acoger y orientar del mejor modo las acciones y emociones de nuestros hijos.

Los psicoterapeutas D. Siegel y T. Payne describen en su obra “el cerebro del niño” el concepto de integración, basado en el potenciar en los menores el uso del cerebro pleno, esto es, ayudarles a utilizar e integrar estos cuatro cerebros a fin de los hijos disfruten de relaciones plenas, sean más afectuosos y compasivos, logren sus metas académicas y laborales, sea responsables y se sienta bien consigo mismo.

Dicha integración se basa en favorecer la conexión de los distintos elementos del cerebro, para crear un todo que funcione debidamente. Nuestro cerebro no puede rendir al máximo a menos que sus distintas partes trabajen conjuntamente de manera coordinada y equilibrada.

CONEXIÓN HORIZONTAL: HEMISFERIOS DERECHO E IZQUIERDO

Decíamos antes que para lograr que nuestros hijos progresen debemos aprovechar las situaciones cotidianas para ayudarles a integrar la información que reciben de cada área.

Pongamos un ejemplo ilustrativo:

Jorge, de dos años, quiere tomar chocolate y su mama le dice que se ha terminado. Él comienza a gritar y patalear exhibiendo la típica rabieta infantil.

¿qué parte de su cerebro está tomando el mando?

Así es, es su cerebro emocional, dominado por su hemisferio derecho e inferior. Como si fuese un interruptor estas áreas han quedado en modo “on”, sin embargo, la parte superior e izquierda, más racionales, han quedado completamente desconectadas, o sea en modo “off”

 ¿Qué podemos hacer?

Muchos padres y madres podrían utilizar la lógica para explicar a Jorge que el chocolate que tanto ansía se ha terminado, y que iremos a comprarlo el próximo día, o que no es bueno comer demasiado chocolate. En este caso estaríamos intentando conectar con su cerebro “racional”. Pero si recordamos, este está completamente bloqueado por un aluvión emocional. Este intento de comunicación tan solo empeoraría la situación.

Si nos regimos por el conocimiento del cerebro, sabemos que la parte activada en Jorge es la emocional. La clave está en conectar inicialmente nuestro cerebro emocional con el suyo, ¿cómo hacemos esto? Empatizando con su emoción.

Siguiendo con el ejemplo:

Podemos acercarnos a Jorge, arrodillarnos para estar a su altura y tocarle con tacto. Además, podríamos decirle algo como “comprendo que te sientas mal, pues deseabas tanto tomar ese trozo de chocolate, ¿no es así?”.

Escuchémosle y mostremos interés por sus emociones, así estaremos conectando con su cerebro emocional, el cual habrá descargado parte de ese caos afectivo que contenía.

Entonces Jorge estará preparado, una vez más calmado, para reconectar con su lado izquierdo y superior, la parte más racional. Una vez redirigido, podremos focalizar la atención en las razones “lógicas”. Entonces conseguiremos integrar su cerebro en plenitud,y aprovechar una situación cotidiana para progresar, logrando una integración de todo el engranaje cerebral.

Así que la próxima vez que tu hijo viva un “caos emocional” recuerda este pequeño acercamiento al conocimiento del cerebro y cómo podemos conectar con esta parte para lograr una comunicación eficaz que nos ayude a progresar.

Indudablemente, el conocimiento del cerebro del niño beneficiará a toda la familia. En AMMA Psicología estamos comprometidos con la educación parental, a fin de lograr familias más felices y competentes. Si deseas más información sobre los próximos cursos que ofrecemos a familias puedes escribirnos a info@ammapsicologia.es

Autora: María Azabal Guerrero.

Psicóloga Sanitaria – M33139

 

Referencias:

EL cerebro del niño. Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson. Editorial Alba. ISBN: 978-84-8428-714-8

https://www.centroelim.org/los-tres-cerebros/

 

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